Desde hace unas semanas, estamos expuestos en los medios occidentales a las protestas que tienen lugar en Hong Kong. La narrativa es clara, concisa y direccional; la gente de Hong Kong tiene mentalidad occidental y las manifestaciones se llevan a cabo porque la China comunista quiere deportar a todos aquellos que tienen ideas políticas que no gusten al gobierno chino Nadie puede confundirse o dejar de entender la sencilla narrativa publicitada. Sin embargo, cuando uno comienza a analizar los elementos en el tablero, la historia de los medios occidentales no cuadra. Cuando ese tipo de protestas ocurren, siempre surgen preguntas sobre qué logística se necesita para llevarlas a cabo. Cuando las protestas de Maidán ocurrieron en Ucrania había manifestantes recibiendo alimentos, limpios ropa, rudimentaria ropa táctica militar, tiendas de campaña, y acceso directo a medios de comunicación internacionales durante tres largos meses de invierno. Más tarde se supo que los participantes en las protestas habían sido entrenados durante meses para derrocar a la Gobierno. Lo que se vendió en la prensa como una protesta espontánea de la población resultó ser una operación política encubierta, patrocinada y organizado por actores en las sombras. Los acontecimientos de las últimas semanas en Hong Kong sugieren que lo mismo está sucediendo de nuevo. Los eventos de Hong Kong no sólo son románticos manifestantes sosteniendo paraguas ante la policía. Las protestas pueden ser muchas cosas, pero no espontáneo.
Las operaciones políticas encubiertas son el mayor secreto de la política exterior de los Estados que poseen proyección global o regional. En ese tipo de acciones encubiertas no hay actuaciones visibles por parte del estado, sus administraciones, o agentes; la mano que lidera la actuación debe ser desconocida. Una de las acciones políticas encubiertas más clásicas es promover protestas ciudadanas con el objetivo de provocar un cambio de gobierno. El objetivo de la operación política encubierta es alinear la política interna de un tercer país con la política exterior del estado propio. En Hong Kong, hemos visto cómo una ley china, que podría haber pasado desapercibida, se ha convertido en la piedra angular de una protesta masiva. Las protestas de la ciudad autónoma tienen muchos elementos utilizados anteriormente en operaciones encubiertas; la articulación de una narrativa directa que pueda extenderse a toda la sociedad sin tener en cuenta el nivel de educación, la creación de líderes mediáticos utilizados como mártires, acceso a los medios de comunicación internacionales, y la publicidad de sus amables demandas mientras se esconde la violencia de sus actos. También es necesario destacar que las protestas de Hong Kong no son desordenadas; tienen muy bien definido los objetivos estratégicos, junto con los conocimientos operativos y tácticos para lograr objetivos. Esto es algo que no se encuentra comúnmente en las masas. Los manifestantes de Hong Kong han conseguido bloquear la ciudad en términos sociales, políticos y económicos; han cortado las comunicaciones por aeropuertos, han hecho que las calles sean intransitables, han paralizado la inversión extranjera, han conseguido llamar la atención internacional más allá de la cobertura de los medios, han conseguido inducir miedo en el resto de la población que no participa en las protestas... Los organizadores de Las manifestaciones de Hong Kong muestran una excelente comprensión de los pasos a seguir por los manifestantes para lograr esos complejos objetivos, y esto sugiere que hay consejos profesionales ofrecidos por los actores detrás de la cortina.
El crecimiento de China es preocupante para otros actores mundiales que antes no tenían razón para preocuparse. Es muy plausible que China esté siendo acosada con operaciones políticas encubiertas de la misma manera que está siendo acosadora con acciones políticas públicas. Estos tipos de actividades se realizan generalmente simultáneamente; por un lado, con las acciones políticas públicas, la política exterior de un Estado se ve afectada. Mientras tanto, con operaciones políticas encubiertas se hostiga la administración interna de ese Estado. China puede resistir tanto el acoso público como el encubierto, es un estado robusto y cohesionado, y con una agenda clara para el futuro. Lo que la historia nos ha enseñado es que en caso de fracaso en el uso de acciones encubiertas, el hostigamiento se convierte en hostilidades abiertas más sustanciales. Si los acontecimientos de Hong Kong son liderados desde el extranjero, y si quien lidera las manifestaciones no logra sus objetivos, se producirá otro nivel de confrontación. En operaciones anteriores fallidas acciones políticas encubiertas, el siguiente paso siempre ha sido alterar las relaciones con los socios regionales, tratando de lograr que estos actores locales lleven la confrontación a un nivel superior. China tiene que reafirmar las alianzas regionales que tienen tanto a nivel político como económico. China no puede permitir que asuntos como las protestas de Hong Kong estén presentes en sus negociaciones de política exterior, por lo que es necesario aplicar diplomacia estratégica.