Caso Gabaldón: Infiltración como arma de guerra política

El poder adquiere una forma sutil, flexible, inteligente, y escapa a la visibilidad. El sujeto sometido no es  siquiera consciente de su sometimiento. De ahí que se presuma libre.

-Byung-Chul Han-

Caso Gabaldón ¿Infiltración en el franquismo?

La importancia del contexto

Los años 30 del siglo pasado fueron uno de los momentos más tumultuosos de la historia reciente tanto a nivel continental como a nivel nacional, por un lado, Europa se encontraba en plena efervescencia bélica con unas naciones que atisbaban en el horizonte los ejércitos rivales, y por otro lado España atravesaba uno de los períodos históricos más inestables de su historia con una República que hacía aguas por todos los costados y cuya estabilidad era una entelequia.

Las sociedades europeas estaban más polarizadas que nunca, el radicalismo campaba a sus anchas y España no era una excepción, tal fue así que antes de que comenzara la Segunda Guerra Mundial España sirvió como laboratorio tanto ideológico como bélico, de tal forma que en el año 1936 estalló la guerra civil española como resultado de la sublevación del llamado bando nacional.

Tras tres años de un conflicto que cambiaría el rostro y la historia de España para siempre, la conflagración llegó a su fin con la victoria del bando sublevado, también llamado nacional. Esta nueva etapa estuvo caracterizada por la llegada al poder del general Franco quien se alzaría como cabeza visible y única del nuevo régimen político que se alargaría durante cuarenta años.

Este régimen político estuvo influenciado por un fenómeno político de su época, el fascismo, y si bien se pueden encontrar características del mismo en su seno, el Franquismo mostró características propias y que harían de este régimen un fenómeno político distinto a otros regímenes totalitarios o autoritarios.

Si bien no es tarea de este trabajo ahondar en las características políticas del Franquismo, sí que es importante mencionar que el Franquismo mostraba una postura de rechazo hacia diversas corrientes de pensamiento que podían poner en peligro la supervivencia de la nación española según los ideales del régimen, a saber, las ideologías de izquierdas en diversas variantes -socialismo, comunismo, socialdemocracia, anarquismo-, así como diversas doctrinas que podrían ser consideradas doctrinas filosóficas o corrientes de pensamiento, como la masonería. De ahí que se haya quedado en el inconsciente colectivo aquello de “un contubernio judeo-masónico-comunista” referido a una de las líneas de pensamiento de la doctrina Franquista y de la oposición a esas corrientes de pensamiento.

¿Infiltración política tras la guerra en el franquismo?
elcorreodeespana.com

Una muestra de esto es que durante años se estuvo luchando desde el régimen -incluso antes de la victoria contra las fuerzas republicanas- contra esas ideas, y es en relación a esto por lo que vamos a realizar este trabajo en el cual vamos a analizar un curioso caso sobre el que sobrevuelan más dudas que respuestas y ante el cual no tenemos una respuesta, más bien todo lo contrario.  De todas formas, la función de este trabajo no es el de proporcionar respuestas sobre un caso sobre el que probablemente nunca se sepa realmente que pasó, sino que lo que pretendemos es usarlo como ejemplo a la hora de analizar un fenómeno importante y que ejemplifica uno de los elementos más relevantes dentro de la guerra política. Nos referimos a la infiltración y a cómo este fenómeno puede ser de utilidad para ciertos actores en pugna cuyo objetivo es el de influir en un sistema político concreto.

Como hemos dicho, sobre el caso que vamos a analizar no existe apenas información, y a estas alturas la poca información que existe está o bien sesgada o bien parcialmente censurada, de todas formas no deja de ser un caso curioso y que nos puede ayudar a entender en fenómeno de la infiltración y la subversión en un sistema político concreto con el objetivo de atacarlo desde dentro y subvertir el orden existente, algo que no necesariamente se busca en un corto espacio de tiempo, sino que esa subversión del orden existente puede ser un objetivo a largo plazo, algo que se va haciendo poco a poco hasta conseguir filtrar los círculos más relevantes de dicho sistema político. Sea como fuere, y tal y como hemos dicho, no pretendemos desentrañar la realidad de lo que sucedió, sino utilizar el caso para entender un elemento fundamental del ámbito de la guerra política.

El asesinato con chivos expiatorios

En primer lugar, necesitamos conocer al protagonista de la historia, hablamos Eugenio Isaac Gabaldón Irurzun, más conocido como el comandante Gabaldón quien fue asesinado poco después de que la Guerra Civil llegara a su fin.

El comandante Gabaldón era miembro del Servicio de Información de la Policía Militar (SIMP), y sus funciones en este cuerpo se podrían definir como de inteligencia, es decir, su trabajo se basaba en la recopilación de información de personas para los servicios secretos del régimen, fundamentalmente información relacionada con lo que el régimen Franquista identificaba como terroristas, infiltrados y masones. Hay que pensar que el asesinato del comandante tuvo lugar el 29 de julio de 1939, es decir, pocos días después de la finalización de la Guerra Civil, por lo que evidentemente la actividad del comandante se llevó a cabo fundamentalmente en los años de la guerra. Al mismo tiempo, también llama la atención que el asesinato se llevara a cabo pocos días después de haber finalizado la guerra ya que al darse el cambio de régimen político es fácil pensar que muchas de las personas de las que el comandante tenía información probablemente iban a recibir algún tipo de represalia, por no decir la muerte.

Con respecto a las motivaciones del asesinato existen dos hipótesis fundamentalmente, la primera es que el asesinato fue simplemente un ajuste de cuentas contra el comandante Gabaldón por parte de algún miembro del nuevo régimen de Franco, es decir, que el late motiv del asesinato podría haber sido algún tipo de asunto personal contra Gabaldón; la segunda hipótesis y la que a nuestro parecer tiene una base más sólida habida cuenta de los eventos que se dieron en el propio asesinato y después del asesinato, se basa en que el comandante Gabaldón podría tener información sensible sobre ciertas personas y el asesinato fue una forma de por un lado, extraer esa información -la cual el comandante Gabaldón llevaba en una libreta que se sabe que le sustrajeron el día del asesinato- , y por otro lado de mandar un mensaje a aquellos que quisieran reunir información sensible sobre ciertas personas.

El propio asesinato y la forma en la que se llevó a cabo nos da indicios de que no fue un asesinato normal, es decir, que la motivación del mismo tenía que estar relacionada con la información que el comandante Gabaldón poseía. ¿Por qué?

A este respecto es importante pensar en los autores materiales del delito, tenemos a Francisco Rivades Cosials que era miembro del PCE y durante la guerra había sido teniente del ejército rojo; a Damián García Mayoral que durante la guerra había sido oficial del bando rojo; y por último a Saturnino Santamaría Linacero, los tres hombre formaban parte de las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), una organización que después de la guerra estaba tratando de reorganizarse y cuyo liderazgo recaía sobre un tal José Peña apodado "El Gordo", quien -y este dato puede ser relevante- había sido detenido unos meses antes del asesinato del comandante y que curiosamente había desvelado nombres e información sobre los miembros del JSU, por lo que no sería descabellado pensar dos posibilidades; o bien que gente dentro del régimen sabían que se estaba planeando el asesinato del comandante Gabaldón y decidieron no hacer nada, o bien que cierta gente dentro del régimen estaba interesada en la muerte del comandante y que facilitaron apoyo material a estos tres miembros del JSU para acabar con el comandante y posteriormente acabar con lo tres autores materiales del asesinato, eliminando de esta forma  cualquier prueba sobre el mismo.

Así pues, continuemos viendo el desarrollo de los acontecimientos para entender qué pudo haber pasado, y lo más importante ver cómo pudo haber funcionado la infiltración en el régimen y la importancia de la misma a la hora de llevar a cabo la guerra política.

Una pregunta que nos tenemos que hacer es cómo pudieron tres miembros del JSU hacerse con material del ejército nacional, es decir, los uniformes que usaron para no levantar sospechas, y lo más importante, como pudieron salir de Madrid para desplazarse a Talavera de la Reina (Toledo).  Hay que tener en cuenta que si bien los asesinos tenían uniformes de teniente, de alférez y de soldado, lo cierto es que la guerra había terminado recientemente, por lo que el desplazamiento por España no se hacía libremente sino que estaba controlado, y para salir de Madrid se necesitaban salvoconductos que tan solo otorgaba la Policía Militar. Resulta difícil entender como tres miembros del JSU de los cuales es posible que se conociera información e incluso lo que planeaban hacer, salieran de Madrid sin mayor problema. Esto nos hace pensar que en instancias del régimen ya sabían quiénes eran los tres asesinos y cuál era su objetivo. A este respecto es importante saber que días antes del asesinato del comandante Gabaldón, se había detenido al Secretario General de las JSU, un tal Sinesio Cabada Guisado, conocido como el Pionero, por lo que no es descabellado pensar que el Pionero hubiera puesto al día a la Policía Militar de la intención de los tres asesinos para con el comandante Gabaldón.

¿Infiltración política tras la guerra en el franquismo?Dicho esto, y sin entrar en detalles del asesinato, los tres miembros del JSU consiguieron llegar hasta el comandante quien en ese momento se encontraba en Talavera de la Reina. El asesinato se puede secuenciar en los tres asesinos con sus uniformes dándole el alto al coche del comandante -que iba con su chófer y su hija-, tras esto los tres hombres entraron en el  coche y tras unos metros -150 para ser más exactos- sacaron sus pistolas e hicieron bajar a los tres ocupantes, a los que mataron allí mismo.

Una vez cometido el asesinato y sustraída la supuesta libreta del comandante con la información de numerosas personas, los tres asesinos regresaron de inmediato a Madrid donde serían detenidos 48 horas después. Finalmente serían fusilados apenas una semana después, el 5 de agosto. ¿Cómo es posible que días antes salieran de Madrid sin mayores problemas, de una zona tan altamente controlada, y que dos días después del asesinato fueran detenidos con tanta celeridad? A este respecto hay un dato curioso, y es que, si bien los tres autores materiales del delito fueron ejecutados con bastante celeridad, hubo una persona que no lo fue, al menos de forma tan inmediata -sería fusilado el 15 de septiembre-, nos referimos a Sinesio Cabada el Pionero, es decir, el Secretario General del JSU que antes del asesinato había sido detenido por la Policía Militar. Al parecer el Pionero tuvo un encuentro con el por entonces capitán Gutiérrez Mellado, evidentemente nunca sabremos el motivo de este interrogatorio o si tuvo algo que ver con el asesinato del comandante Gabaldón Lo que sí es destacable es el papel que Gutiérrez Mellado tendrá en el futuro, especialmente en la época de la Transición, es decir, en el paso del régimen Franquista hacia la democracia.

Ocultación

El asesinato del comandante Gabaldón tuvo más consecuencias, ya que al parecer gente cercana al comandante estaba al tanto del trabajo de Gabaldón y de las implicaciones que esto podría tener. Es importante destacar la postura del propio comandante antes de su asesinato, ya que, al parecer el 12 mayo del año 1939, dos meses antes de su asesinato, Gabaldón había realizado una solicitud a su jefe, Emilio Fernández para abandonar el SIMP. ¿A qué se debía la solicitud? Parece ser que Gabaldón tenía sospechas de que existía cierto grado de vigilancia y espionaje sobre él, tal es así que un día estando en casa con uno de sus hijos le pidió que apagara la luz ya que podrían estar espiándolo. Dicho esto, bien podríamos pensar que se trataba de paranoia por parte del comandante Gabaldón, pero lo cierto es que su solicitud para abandonar el SIMP fue rechazada por su superior directo, el teniente coronel Bonell Huici, que era el responsable de la SIMP para división del general Carroquino, quien estaba al cargo de la división en la que Gabaldón llevaba a cabo sus funciones. Cabe resaltar que el general Carroquino quería esclarecer el asesinato del comandante Gabaldón pero desafortunadamente falleció en un accidente de tráfico dos meses después del asesinato del comandante, algo que si bien puede ser algo fortuito y casual nos lleva a varios asesinatos más de gente muy cercana a Gabaldón, aunque antes de pasar a esas muertes conviene visualizar la estructura del SIMP. Por un lado tenemos al general Ungría, que era del director del SIMP; al teniente coronel Bonell que era el responsable de la SIMP para la división del general Carroquino, y al General Carroquino que estaba al mando de la división en la que se encontraba trabajando Gabaldón y quien quería esclarecer el asesinato de Gabaldón. De estas 4 personas, dos fallecieron, uno asesinado y el otro supuestamente en un accidente de tráfico, y las dos restantes, tanto el general Ungría como el teniente Bonell parece ser que eran supuestos masones, ya que aparecían en las listas de miembros de logias. Ciertamente no podemos asegurar que esto fuera así, pero el dibujo de la estructura y la relación de algunos miembros de alto rango dentro de la SIMP con la masonería no deja de llamar la atención, de ser así sería una muestra llamativa de cómo puede llegar a funcionar la infiltración y la importancia que la misma puede llegar a tener.

Dicho esto, habíamos apuntado que tras el asesinato del comandante se sucedieron varias muertes de personas bastante cercanas a su entorno y que nos pueden hacer pensar que tal vez había cierto interés en que nunca su supiera por qué murió el comandante Gabaldón y qué hubo detrás de su asesinato. Por un lado tenemos la muerte del falangista Jacinto Alcántara que era ayudante de Gabaldón, y que apareció muerto un día después del fallecimiento del comandante, y por otro lado nos encontramos con que el día 18 de agosto de 1939 otro falangista y confidente de Gabaldón llamado Antonio Pérez Asperilla fue asesinado en el Retiro por su pareja, una tal Amelia Treviño, hija de Manuel Treviño ambos masones según se desprende de la información del Archivo de Defensa Militar. Tanto la hija como el padre sería ejecutados, dado que Amelia Treviño confesó su crimen.

Conclusión: La infiltración, una posibilidad

Lo cierto es que apenas existe documentación, -al menos pública- que nos sirva como marco de referencia a la hora de comparar fuentes, tal es así que tras consultar diferentes hemerotecas como pueden ser el Portal de Archivos Españoles (PARES), la hemeroteca del ABC, la Biblioteca de Prensa Histórica (dependiente del Ministerio de Cultura) o la Hemeroteca Digital de la Biblioteca Nacional tan solo hemos encontrado de forma abierta la nota de prensa del fallecimiento del comandante Gabaldón, si bien no podemos afirmar que esto sea algo raro, sí que llama la atención la ausencia de información, que tal vez se deba al tipo de trabajo que realizaba el comandante que recordemos era parte de los servicios de inteligencia del régimen, o tal vez se deba a la época en la cual acontecieron los hechos en plena posguerra.

Sea como fuere, lo que llama la atención es que el caso llegara a altas instancias del régimen, tal es así que el caso llegó a caer no solo en las manos del general Yagüe sino en las del mismo Francisco Franco[1], sin que esto llegara a significar un esclarecimiento del asesinato.

¿Infiltración política tras la guerra en el franquismo?Como apuntes interesantes pero que evidentemente no van más allá del ámbito de la pura especulación, es interesante resaltar la figura tanto de Gutiérrez Mellado como de Arias Navarro, quién por entonces tenía relación con la SIMP desde el ámbito jurídico. Ambas figuras acabarían años después llegando a la Presidencia del Gobierno (Arias Navarro) y a la Vicepresidencia (Gutiérrez Mellado) tras el atentado contra Carrero Blanco, hecho que conduciría inexorablemente a los últimos estertores de la dictadura Franquista. Cabe resaltar que Carrero Blanco estaba convencido de que los enemigos de España -como habíamos indicado al inicio del trabajo- eran tanto la masonería como el comunismo, y en cierta forma la sombra de la masonería alcanza de lleno al caso del comandante Gabaldón tal y como pudimos ver con la relación de muchos implicados en el asesinato, especialmente miembros del SIMP así como el capitán Gutiérrez Mellado.

Por último, y como apunte curioso podemos también resaltar la figura de un desertor soviético de nombre Anatoliy Golitsyn, quien en los años sesenta afirmó que existía la presencia de agentes soviéticos situados en las altas esferas del Franquismo, algo que podría llegar a encajar con el hecho de que la CIA supuestamente informara a Adolfo Suárez de que Gutiérrez Mellado trabajaban para la KGB.

Evidentemente los últimos apuntes son tan solo especulaciones en base a algunas conexiones que se pueden observar con el asesinato del comandante Gabaldón, ciertamente correlación no implica causalidad, pero no por ello es menos útil haber analizado este caso para poder ver como la infiltración puede llegar a ser un elemento extraordinariamente útil para la guerra política.

Infiltrar a elementos en un sistema político con el objetivo tanto de desestabilizarlo como de poco a poco ir generando acciones que lleven a un posible cambio de marco -cultural, jurídico, político- que sea útil a los intereses de actores tanto internos como externos es fundamental, y puede significar la diferencia entre el éxito o el fracaso de la guerra política. Lo importante es tener la capacidad de llevar a cabo un reconfiguración del reparto de poder, esto puede llevar poco tiempo, o ser planteado como una estrategia a largo plazo, que se correspondería más con el caso que hemos analizado. En este caso no debemos olvidar otro elemento que fue constante a lo largo del desarrollo de todos los acontecimientos; el secretismo, es decir, la capacidad de llevar a cabo una gran cantidad de acciones, bien sean asesinatos, interrogatorios, chantajes, sabotajes, etc, sin que esa información trascienda y llegue a instancias que pueden hacer pública esa información y socavar los intereses de los actores interesados en el cambio del régimen político.


[1]Los diversos consejos de Guerra que han visto el asesinato del Comandante Gabaldón han sido las Diligencias Previas 110.133, unidas a la Causa nº 37.038 (1939, 1942) contra Sinesio Cavada y  11 más, y el Legajo 3.157;  el Procedimiento Sumarísimo de Urgencia nº 49/1940 (contra Sanguino y otros); otro igual nº 55047/1946 (Legajo 4.584, sobre las JSU); otro similar nº 1241/39-46; el Sumario 30.426/1942 (Legajo 1087); y, finalmente, el Procedimiento Sumarísimo de Urgencia 103.370 (1944), iniciado  “de orden de SE. El Generalísimo” y que recoge la declaración de Gutiérrez Mellado en las páginas 61 a 69). Están en el Archivo Histórico de la Defensa.” Coronel Manrique – 20 de agosto de 2019.

https://elcorreodeespana.com/historia/407095794/El-asunto-Gabaldon-La-masoneria-infiltrada-en-la-cupula-del-Regimen.html

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