LA DEMOCRACIA CIRCULAR

La democracia tiene comportamientos de voto circulares. La democracia en España ha respondido a las mismas idas y venidas en cada periodo democrático. Desde el siglo XIX al XXI el electorado siempre ha elegido a los mismos partidos; cuando un partido elegido defraudaba al electorado, entonces el otro ganaba las siguientes elecciones. En 1912 el prodigo de la literatura Benito Perez Galdos escribía en el episodio nacional dedicado a Canovas de Castillo;

"Los dos partidos, que se han concordado para turnar pacíficamente en el Poder, son dos manadas de hombres que no aspiran más que a pastar en el Presupuesto. Carecen de ideales, ningún fin elevado les mueve, no mejorarán en lo más mínimo las condiciones de vida de esta infeliz raza, pobrísima y analfabeta. Pasarán unos tras otros dejando todo como hoy se halla, y llevarán a España a un estado de consunción que de fijo ha de acabar en muerte. […] no harán más que burocracia pura, caciquismo, estéril trabajo de recomendaciones, favores a los amigotes, legislar sin ninguna eficacia práctica, y adelante con los farolitos..."

El texto hace referencia al periodo histórico de la restauración borbónica, cuando la alternancia del partido Liberal y el Conservador se convirtió en norma. Cuando un partido estaba arrinconado por escándalos y corrupciones, entonces el electorado se escoraba para elegir al otro partido; cuando el nuevo partido defraudaba de nuevo, el primero era de otra vez elegido. A pesar de ser un texto acotado en el tiempo y el espacio puede extrapolarse su contenido, y su dinámica electoral subyacente, a otros muchos países y periodos. En Estados Unidos el sistema bipartidista ha funcionado girando el circulo democrático algo más de dos siglos; en Inglaterra ha sucedido más de lo mismo. Volvió a pasar en España tras la muerte del General Franco; el sistema rotativo bipartidista ha regido al país durante casi cuatro décadas. La corrupción y los escándalos movilizaban a una parte del electorado para echar del poder un partido; a los pocos años se movilizaba otra parte del electorado para exactamente lo mismo. La democracia es una elección que gira en círculo a lo largo del tiempo.

El círculo gira y gira a través del tiempo y el espacio. El partido conservador ha ganado las elecciones; el partido Liberal pasa a la oposición. El futuro presidente conservador ha sido bendecido por las autoridades eclesiásticas; el saliente presidente liberal se declaraba abiertamente ateo. El presidente en el poder apuesta por los mercados libres; el anterior defendía la intervención estatal. El partido entrante promete arreglar los problemas heredados del otro partido con políticas totalmente opuestas; el partido saliente no lo ha conseguido. A través del globo el partido Conservador y el partido Liberal van cambiando sus siglas y nomenclaturas con la esperanza de que no se les reconozca. Ya casi no quedan siglas ni conceptos sin prostituir. La democracia circular no puede restringirse a un lugar y una época; es la esencia de la naturaleza de la democracia representativa. Cada etapa legislativa nos muestra los mismos conflictos, las mismas fricciones, las mismas herencias envenenadas de los gobiernos anteriores, y dejará los mismos problemas irresolutos para que la democracia circular siga girando.

La certeza de que antes o después se detentaría de nuevo el poder permitió que germinase una capa de hombrecillos cuya única aspiración era medrar en el partido para obtener prebendas del poder. Escribía el inigualable Galdos en La Primera República;

"En la puerta de su despacho vi el cartelito que le dio fama en aquellos días y que revelaba en don Nicolás tanto ingenio como entereza. El papelito, pegado con obleas, decía mutatis mutandis: Aquí no se dan destinos, ni recomendaciones, ni dinero, ni nada. Hablando con mi amigo de esta humorada, me dijo riendo: «No creas, Tito, que se compone de republicanos la nube de pedigüeños. Son más bien los cesantes de los partidos viejos, el detritus de la política, los innumerables moscones aburridos y famélicos que hacen imposible la vida oficial. He tenido que ahuyentarlos con esa tufarada de azufre. A pesar del cartelito vuelven, zumban y pican."

Los hombres de partido buscan siempre cobijo bajo el poder. En estos días se simula en España un cambio del bipartidismo al pluripartidismo, y al final son los mismos hombres de partido quienes están detrás. Los hombres de partido simulan ser regionalistas, nacionalistas, o universalistas; cambian de discurso según se les cierran caminos para medrar. Al final son los mismos bloques los que perduran; Liberal y Conservador. La democracia circular ha demostrado su capacidad de girar con dos elementos, con tres, con ocho. La democracia circular siempre vende la esperanza de que el siguiente partido al que votes, repleto de hombres de partido, romperá la dinámica circular. La democracia circular promete que aparecerá un hombre de estado que responda a las necesidades del estado y de la población que lo eligió, dejando atrás las corruptas lealtades de partido. La democracia circular asegura que lo hará el siguiente presidente, pero quizás sea el siguiente, o el que pueda venir después. O igual el de mas tarde.

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