Hay una revolución informativa en ciernes, y ha comenzado en la audiencia. La revolución ha comenzado con los medios de masas, y la revolución consistía en apagar la televisión. Cada día había una brecha mayor entre el interés de la audiencia y la programación emitida, lo que provocaba que la sangría de espectadores alcanzase a los más estables programas en parrilla. La homogeneización de la programación entre diferentes firmas mediáticas era irrisoria, ya no importaba sintonizar una u otra cadena; todas tenían programas sucedáneos unos de otros. La estandarización que proclamaba Teodoro Adorno estaba en pleno apogeo: la cultura se había convertido en mercancía, y la producción de cultura masivamente se había estandarizado dando lugar a una homogeneización totalitaria de la oferta cultural. Los medios de comunicación ofrecían la misma información, los mismos programas, las mismas películas, series… Los medios de comunicación habían reducido la cultura en su totalidad al mero entretenimiento de masas. Era normal que antes o después la sociedad apagase la televisión; todas las películas se creaban con la misma plantilla de guion del Héroe de las Mil caras, las canciones con los mismos acordes, los programas con la misma estructura, los presentadores con la misma apariencia, y con la misma verborrea...
Pocos programas se salían de la línea marcada por la mercantilización de la cultura-entretenimiento, uno de ellos era Cuarto Milenio. El programa presentado por Iker Jimenez tenía una audiencia devota, y el programa seguía emitiéndose temporada tras temporada. La receta consistía en dos elementos muy sencillos; asuntos de misterio que escapaban del interés de las fabricas de cultura estandarizada, y un periodista apasionado por los temas que trataba. El programa de Iker Jimenez conseguía hacer que la audiencia continuase en sus casas hablando de lo que habían visto, y les inducia a buscar más información por su cuenta. Los espectadores ya no se entretienen con banalidades, la audiencia se entretiene indagado asuntos desde diferentes perspectivas. Entre los asiduos invitados al programa estaba el Coronel Pedro Baños, que nos ha enseñado a muchos a entender las claves de la geopolítica mundial y de los movimientos en la sombra que hacen moverse al mundo. El Coronel Baños ha sabido hacer entender que las noticias ofrecidas por los noticieros de los medios de masas no sólo podían ser parciales, sino incluso operaciones mediáticas orquestadas desde el poder económico y político.
Salirse del camino estandarizado es algo atractivo para gentes muy dispares, y en esa línea divergente Pedro Baños va a conducir el programa La Mesa del Coronel, ayudado por parte del equipo de Iker Jimenez. La propuesta mediática del Coronel va a reconciliar a buena parte de la audiencia con los medios… o por los menos con su programa. La audiencia ha decidido que se es mejor espectador indagando, aprendiendo, preguntando, y observando. Y ese es el camino que va a emprender el equipo de La Mesa del Coronel. Las noticias ya no serán redactadas y emitidas, sino que se analizarán detalladamente y se sacarán conclusiones. Nunca un programa de televisión había apostado por ser didáctico y crítico, de hecho, la norma era intentar aborregar a los espectadores y anular cualquier capacidad de pensamiento propio. Muy seguramente el programa del Coronel Baños moleste a otras firmas mediáticas, o incluso a compañeros de profesión. Por primera vez la audiencia va a disponer de un experto en Inteligencia desgranando las noticias que se nos presentan con una narrativa unidireccional. La divulgación del conocimiento puede perfectamente ser un espectáculo, y la población en su conjunto puede disfrutar consiguiendo entender cómo funcionan los aspectos geopolíticos que acaban afectando a su vida diaria. Es obligado preguntarse cuanto tiempo tardarán los demás medios en copiar el formato para intentar desvirtuar los análisis del Coronel. Es la primera vez en mi vida que estoy pensando en adquirir un televisor.
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